sábado, 4 de junio de 2011

Costos y beneficios

Los primeros días en la escuela eran agotadores. Recién empezaba marzo, el verano no parecía querer retirarse y el patio ardía bajo el sol insistente.
En casa, pasaba horas planeando cada clase. Iba en orden de edades, como aún sigo haciendo: primero planeo la clase de 4º grado, luego la de 5º y así hasta 1º año.
A las 16:20, luego de despachar a los últimos párvulos, me sentía un trapo mojado, literalmente. Completamente transpirada y agotada, física y mentalmente.
Me subía al 8 y elegía un asiento de la izquierda, porque ya sabía que yendo por Rivadavia, al colectivo le daba el sol por la derecha. La ventana bien abierta para tomar mucho aire, la botellita llena de agua y los párpados que se me cerraban.
Y era llegar a casa y planchar, así nomas. Un baño helado y a la cama. Era imposible mantenerme despierta.
Hoy, luego de tres meses, la tensión va aflojando. El verano dio paso al agradable otoño, el frío se intensifica y ya buscamos el rinconcito de sol en el patio durante los recreos.
La relación con los niños se teje de a poco, crece en general, se hace áspera algunos días y vuelve a crecer.
Y sin embargo, el cansancio del colectivo 8 está ahí. Salgo de la escuela y mi energía está al 20%.
Es mezcla de alegría, satisfacción por el trabajo logrado y mucho, mucho cansancio.

2 comentarios:

  1. Tal vez, vas a seguir el ritmo de tu trabajo un ano después. Cuando trabajas bien, puedes dar un premio a tí misma como ropa, accesario, dulce o cualquier cosa. A veces yo lo hago:) Animo!

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  2. Gracias! Los premios son casi siempre en dulces o algo lindo para la casa (una taza, algo así de tonto). Me gusta la idea. :)

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