viernes, 5 de agosto de 2011

Volver

Una de las mayores ventajas de ser docente es la cantidad de vacaciones de las que se gozan, una vez que se hace propio un cargo. Mucho más tiempo que cualquier empleado o gerente con antigüedad.
Aprovechando esta novedad, me tomé los quince días de invierno y me fui lejos, muy lejos. Me relajé, me olvidé de todos los niños, fui a la playa, volví bronceada y feliz.
Ahora, comenzando agosto, lo difícil es volver. Pero volver de verdad. Porque una se tomó el avión y cayó en Aeroparque, volvió a su casa, a su cama, al colectivo 25; su cuerpo está presente, pero el primer día de clases su alma no apareció por el aula.
Entonces es pararse frente a todos los chicos y descubrirse con la mirada perdida, pensando en cualquier cosa menos en la situación que se tiene enfrente. Y cómo cuesta volver.

2 comentarios:

  1. Al menos volvés pero con mucha energía! ahhh hay que irse lejos siempre que se pueda ^^

    ResponderEliminar
  2. Fue bueno alejarte de la realidad. Después de las vacaciones todos están hartos del trabajo. Animo! ;)

    ResponderEliminar